domingo, 18 de enero de 2009

Maitena y sus Mujeres Alteradas


El humor es una tentativa de limpiar de estupideces a los grandes sentimientos”.
Raymond Queneau

Descendiente de inmigrantes vascos que viajaron al otro lado del Atlántico, Maitena Burundarena nació en Buenos Aires en mayo de 1962. Después de trabajar varios años como ilustradora en revistas y diarios argentinos (Vivir, Claudia, Libre, Mujer y Ámbito financiero), se dedicó a la historieta. Sus personajes desfilaron por las páginas de El Cronista Comercial, Fierro, y Cerdos y Peces, entre otros medios. Además, publicó historietas eróticas en Francia, Italia y España, y realizó ilustraciones de textos para diversas editoriales argentinas ( Planeta, Santillana, Troquel, Atlántida y Perfil, entre otras ).
Maitena vive en Buenos Aires, en el centro de la ciudad, aunque tiene su segundo hogar en Uruguay, en La Pedrera, justo frente al mar. Está casada y tiene tres hijos de 20, 18 y un año, por supuesto, dice ella, no con el mismo marido. Creció en un hogar de siete hermanos que era un hervidero de humor sarcástico y cotidiano. Su experiencia con la maternidad fue temprana ya que su hija Amaya, la mayor, nació cuando ella tenía 17 años. Hoy Maitena piensa que, paradójicamente, ser humorista la ha hecho ser cada vez menos graciosa y más incisiva y escéptica. La edición de los cuatro tomos de Mujeres Alteradas algunas de sus mayores satisfacciones. Ha adquirido su destreza con el dibujo tras muchas horas de práctica: lleva veinte años pluma en mano, diez horas al día. Se levanta temprano por las mañanas, elabora los guiones de sus historietas y después se dedica al dibujo en un proceso que ella califica como artesanal y bastante largo.
El humor de Maitena no tiene fronteras La gente piensa que es española, italiana o de la nacionalidad del país donde se publican sus caricaturas. Esto es así porque somos menos originales de lo que pensamos, dice ella, y a todas nos ocurre siempre lo mismo.
Los invito a leer un reportaje realizado a Maitena Burundarena, en el que ella misma nos cuenta la experiencia de ser humorista y profundamente incisiva en la realidad de la mujer.



- ¿Puedes hablarme de tus comienzos como caricaturista? ¿Cómo surgió la idea de retratar a las mujeres?

- Empecé armando avisos para un suplemento del diario Ámbito Financiero de Buenos Aires. Hasta que una vez faltó un anuncio y, como el hueco no podía quedar, me pidieron que hiciera un dibujito. Lo hice y les encantó, así que –a la semana siguiente– ya había seis huecos armados a propósito para que yo los ilustrara. Ahí me di cuenta de que esto era un oficio y que me gustaba. Trabajé muchos años como ilustradora, haciendo desde libros para chicos y chicas hasta libros de cocina. ¡Hasta la Constitución Argentina versión infantil hice! Además, trabajé en todas las revistas de consultorio que se te puedan ocurrir. ¿Viste esas revistas que te encontrás cuando vas al médico o al dentista, y lo único que tenés para leer es algo del tipo Cámara Argentina del Fideo? Bueno, ésas. Entonces, iba a un consultorio, cazaba la revista, miraba la dirección, agarraba mi carpetita de trabajos y me iba para allá. Siempre tuve suerte... Bueno, suerte no; siempre encaré bien el “laburo”. Nunca esperé que apareciera un anuncio en el diario; iba y me ofrecía. Finalmente, lo de retratar a las mujeres, como casi todo en mi vida, surgió por necesidad. En esa época, 1992, yo venía de hacer historietas eróticas, trabajaba desde Buenos Aires para algunas revistas de Italia, Francia y España (como Makoki, de Barcelona). En algún momento esto dejó de servirme, por un lado porque lo económico no era muy sustancioso y, por otro, porque necesitaba tener feedback de mi trabajo, hacer algo que vieran mis amigos y amigas, mis colegas, la gente... Fue entonces cuando me llamaron de la revista Para Ti y me ofrecieron una página semanal para hacer una tira. Como trabajo fijo resultaba una gloria (los humoristas solemos tener problemas con la cantidad y continuidad de nuestras colaboraciones en los medios). Pero, claro, yo venía del sexo y de la vida loca, y me pedían una familia, un personaje femenino o algo así, más del orden de lo cotidiano... Y bueno, al final decidí no hacer un personaje (que siempre termina condicionándote mucho y aburriéndote rápido) y hablar cada semana de un tema diferente, donde pudieran entrar muchos tipos distintos de mujeres. Fue un éxito que todavía me sigue sorprendiendo.

- ¿De qué nos reímos las mujeres? ¿Crees en la risa como terapia?

- Las mujeres tendemos a creer que somos un poco marcianas. Entonces nos parece que hay un montón de cosas que nos pasan sólo a nosotras, pero que todas las otras son divinas y están recontentas con su cuerpo y con sus vidas, y todas tienen nueve orgasmos y están todas bárbaras. Partiendo de la base de que uno se puede reír de lo que ha sufrido, el humor opera como un calmante, como un alivio... Yo adoro a esos personajes que hago, quiero mucho a esas mujeres super locas, deprimidas. Y, cuando las mujeres ven en los chistes que la más superada se come las uñas, se alivian porque todas se depilan los bigotes y se sienten feas o solas, y padecen celulitis y lloran. El humor cura un poquito algunas angustias, y la vida es muy dura, realmente...

- ¿Existe para Maitena un “humor” netamente femenino?

- Está claro que hay una manera de ver las cosas puramente femenina, pero no tiene por qué ser una mujer la que la tenga, un hombre también puede interpretar el mundo con esa mirada. Mi humor, por ejemplo, es más sobre mujeres que femenino. Porque creo que refleja más sus conductas que un punto de vista que yo comparta. He dicho alguna vez que no me embarco en un combate contra el machismo, que sin duda existe. Somos diferentes al hombre, y ¡viva la diferencia! Lo que acepto es que tenemos los mismos derechos, pero somos diferentes. Sabemos, por otra parte, que hay gente de mierda en ambos sexos.

- ¿Crees que el humor puede ser un instrumento de lucha contra la discriminación de las mujeres? ¿Cuál es tu experiencia al respecto?

- Trato de no pensar en mi trabajo como algo tan importante ni solemne. Honestamente, yo hago mis historietas, pero jamás me planteé cambiar el mundo ni modificar nada con ellas. Simplemente las hago... Lo que ocurra después, bueno, no lo controlo ni lo manejo. No estoy tratando de decir nada, mis historietas no tienen pretensiones, lo que hago es una pincelada de lo que veo, y yo soy muy chusma. En general, de un tema muy importante, mis personajes dicen una pavada. Pero una habla pavadas todo el día, nadie se pasa diciendo cosas trascendentes en su vida cotidiana.

-¿De dónde obtienes la “inspiración” para crear esas viñetas tan bien pensadas y en las que, ciertamente, nos sentimos reflejadas tantas mujeres?

- A veces hablo de algo que me pasa a mí, a veces de algo que les pasa a mis amigas, puede ser cualquier cosa... desde la celulitis, la soledad, la insatisfacción, la maternidad, tu ex, tu mamá, tu cuñado, hasta reflexiones acerca de las tetas, las cajas de fósforos, los probadores de los negocios o las noches de insomnio. Básicamente me río de lo que me hace llorar. Claro, tiene que pasar un tiempo, tengo que tomar una distancia del hecho para poder reírme... pero al final siempre termino riéndome. A esta altura ya casi no encuentro cosas de las que no me pueda reír.

- ¿”Reivindican” algo las mujeres alteradas de tus viñetas?

- Nada. Me gusta una frase de Raymond Queneau que dice que el humor es una tentativa de limpiar de estupideces a los grandes sentimientos.

- Sin duda Argentina ha creado escuela con humoristas tan incisivos como Quino. ¿De dónde proviene esa forma tan ácida e irónica de ver la vida?

- Supongo que de la desesperación. Vivimos en un país en el que no recuerdo una época en que no estuviéramos en crisis. Más leves o más profundas, pero siempre estamos en crisis. Y ese vivir en la selva nos aporta una mirada muy irónica y muy sarcástica. En España, por ejemplo, noto que son muy divertidos y tienen un gran sentido del humor, tal vez mayor que el nuestro, pero son mucho menos sarcásticos.

- La película basada en la obra El diario de Bridget Jones (la historia de una treinteañera soltera que busca al hombre perfecto mientras su situación va cambiando y el tiempo corre cada día más deprisa), de Helen Fielding, ya ha sido la más vista en la historia del cine británico. ¿Por qué piensas que el humor de este tipo, sobre las mujeres, “vende” tanto?

- Las chicas siempre tienden a leer o a ver cosas que hablen de ellas. Tendemos siempre y queremos hablar de lo nuestro. En cambio los hombres hablan de cine, de política, de fútbol. Es raro encontrar a un tipo que salude a otro y le diga: ¿Cómo andás?, y el otro le responda ¿Sabés que estoy angustiado? Yo hace tiempo que vengo con el tema del género y lo doméstico. Y lo que creo es que mis historietas no eran para mujeres, pero empezaron a leerlas las mujeres. No me interesa hacer chistes graciosos. Me interesa trabajar sobre determinados temas. Lo que hago funciona más por identificación. Como te decía, las chicas podemos ir al cine, pero siempre estamos esperando el momento en que aparezca la chica.

- A lo largo de tu experiencia profesional te habrán ocurrido muchas situaciones curiosas que habrán quedado reflejadas en tus caricaturas ¿Podrías contarme alguna anécdota?

- Lo más curioso es cómo he logrado vivir tan bien de mi trabajo.

Fuente: Revista Meridiam 22, Instituto Andaluz de la Mujer, Tercer Trimestre, 2001

viernes, 16 de enero de 2009

Esto es Jauja

Jauja es la capital de la provincia peruana de Junín, famosa desde la época de la colonia por la fertilidad de su suelo y por los privilegiados dones de salubridad que le atribuían.

Durante los tiempos de la colonización, era un codiciado lugar de reposo, sobre todo para los enfermos del aparato respiratorio, por lo que su fama se hizo legendaria y llegó a España, traída por los peruleros o emigrantes enriquecidos en aquel país.

El escritor Lope de Rueda, por su parte, influido por las noticias que de esa tierra traían los viajeros, dio el nombre de Jauja a una ciudad ficticia llamada "La tierra de Jauja", en la que describe el lugar como la isla del oro en la que los árboles dan buñuelos, los ríos, leche; las fuentes, manteca y las montañas, queso.

Por supuesto, la fantasía popular terminó por identificar a la ciudad de Jauja con el Paraíso, de manera que las expresiones esto es Jauja y vivir en Jauja quedaron para siempre como equivalentes de pasar una vida sin sobresaltos y con el bienestar asegurado.

Fuente: Prof. Esteban Giménez
Foto: catedral de la ciudad de Jauja

jueves, 15 de enero de 2009

Seguimos con Quino?

Mafalda, luego de leer las noticias sobre las guerras y el hambre en el mundo

martes, 13 de enero de 2009

Tiempo

Es que hoy es el tiempo en que el camino
una rara intensidad destella;
es el tramo en el cual la vida surge
como un tesoro invaluable,
como estrella.
Y se toma conciencia del trayecto,
y se hacen carne las ausencias.

Es cuando el amor es amor amado,
la flor es de flor esencia,
la lágrima es océano salado
rumor de abismo
delirio e inocencia.

Es que hoy son todos los ayeres
y los mañanas de súbita carencia,
los poemas no escritos,
los besos ocultados,
las ansiedades de muerte y existencia.

Hoy es el tiempo en que el tiempo
se te planta y te pregunta
por qué extraña y absurda complacencia
recién adviertes la vida de la vida
y te dice: despierta!

Horacio Safons

Estos versos me llegaron a través de una amiga, escritos por un amigo de un amigo...impresos en unas hojas que resistieron los avatares de muchas andanzas y eludieron la pérdida casi inevitable. Esta es la magia de la escritura, llega a las almas menos pensadas para conmoverlas.

lunes, 12 de enero de 2009

Una tesis original: las lenguas romances no provienen del latín

Un pequeño libro aparecido en Francia en junio de 2007 viene a inaugurar una posible era copernicana en el mundo de la lingüística. Su tesis fundamental es que hemos estado equivocados durante siglos respecto al verdadero origen de las lenguas romances (el castellano, el catalán, el francés, el italiano, el portugués, el rumano, entre otras). El autor, a lo largo de doce capítulos deliciosos de leer, nos presenta lo que él considera pruebas irrefutables contra lo que él mismo denomina una auténtica aberración lingüística.
...si unas lenguas evolucionan a partir de otras, deberíamos poder encontrar las huellas de tal evolución. En otras palabras, las lenguas hijas deberían portar en sí mismas las huellas hereditarias de la madre. La constatación que Cortez hace en su libro, de manera exhaustiva, es que eso no ocurre en el caso del latín y las lenguas romances.

En primer lugar, tenemos el vocabulario. Es cierto que podemos encontrar miles de palabras que se asemejan en todas las lenguas romances y que provienen de alguna palabra latina (abyecto, belicoso, eterno, feroz, grácil, honesto, ignominioso, obsequioso, perpetuo, etc.). Sin embargo, la inmensa mayoría de tales palabras son de origen culto, es decir, introducidas por literatos, escritos y otros personajes de gran cultura, que conocían la lengua latina, por lo que tales vocablos no pertenecen al registro del habla cotidiana. Cortez hace una revisión detallada de los vocabularios latino y romance en varios dominios del habla diaria y encuentra un hecho fundamental y sorprendente: el vocabulario de base de las lenguas romances no proviene del latín. Por razones de espacio no puedo aportar abundantes ejemplos, pero tomo uno que parece significativo: la palabra “guerra”. ¿Es posible pensar que un pueblo conquistador como los romanos no haya legado a los pueblos sometidos el vocabulario de la actividad fundamental que llevaba a cabo? Vemos, así, que “guerra” se dice “guerre” en francés, y “guerra” en italiano y portugués, pero se dice “bellum” en latín . Invito a los lectores a hacer la misma comparación con otras palabras del mismo dominio: tratado, matanza, general, soldado, batalla, mariscal
… La comprobación de la similitud enorme entre las lenguas romances es tan impactante como la disimilitud total con la palabra latina equivalente. El mismo ejercicio puede hacerse con los vocabularios de la geografía, la ropa, partes del cuerpo, etc.

En segundo lugar, la gramática de la lengua latina no tiene la menor semejanza con las gramáticas de las lenguas romances. Como sabemos todos aquellos que hemos estudiado lenguas clásicas en el bachillerato o en la universidad, el latín, al igual que una gran parte de las lenguas indoeuropeas, es una lengua desinencial. Los sustantivos se declinan en casos dependiendo de la función gramatical que deben desempeñar en la oración. Ninguna lengua romance declina sus sustantivos, con la excepción del rumano que posee un sistema de casos muy reducido. Igualmente encontramos que todas las lenguas romances poseen artículos (determinados e indeterminados), mientras que el latín no poseía ninguno.

Al igual que el griego, el latín posee el género neutro, además de los géneros masculino y femenino. Ninguna lengua romance lo posee. Y hay más: el latín vulgar, que se llama a la madre de las lenguas romances, era hablado por gente supuestamente bárbara, inculta y sin educación. Pero las lenguas romances poseen una persona gramatical que el culto y aristocrático latín no poseía: usted. Terminemos la revisión rápida de la gramática latina con el indicio más impactante: la sintaxis. Rosa alba est (literalmente: 'la rosa blanca es') se convierte en “La rosa es blanca” y construcciones equivalentes en todas las lenguas romances, y Non tamen abstinuit venturos prodere casus per varias fortuna notas (literalmente “No sin embargo dejó futuros revelar los males por medio de variados azar signos”) en correcto español viene a ser: El azar, sin embargo, no dejó de revelar los males futuros por medio de signos diversos. En otras palabras: la sintaxis latina no tiene absolutamente nada que ver con la sintaxis de las lenguas romances.

Frente a un cúmulo de diferencias tan enorme, los lingüistas tradicionales han hablado de la existencia de un estadio intermedio de la lengua latina que dio origen a las lenguas romances. Este “bajo latín” o “latín vulgar” vendría a ser una deformación de la lengua latina clásica. El problema, según Cortez, estriba en que el tiempo para que tales transformaciones tuviese lugar es demasiado corto, de apenas unos siglos. En el Concilio de Tours (mediados del siglo IX) se habla todavía de una “lengua romana rústica”, que se supone fue la lengua que dio origen a las lenguas romances, pero hay huellas de éstas ya desde los siglos XII y XIII. Estamos hablando, entonces, de un tiempo de generación de apenas 4 siglos. Cortez saca a relucir, a modo de comparación, un fenómeno paralelo y totalmente opuesto: el caso de la lengua griega. El griego y el latín tuvieron igualdad de importancia en la Antigüedad. Las personas cultas aprendían a leer, escribir y hablar en ambas lenguas, que eran enseñadas en todas las escuelas romanas. Pero el hecho significativo es que la lengua griega, en 35 siglos, ha variado muy poco. ¿Cómo explicar eso?.

La verdadera madre

Nos encontramos, entonces, frente a un problema tremendo que los mejores latinistas no han logrado resolver: los intentos de reconstruir el idioma original a partir de las lenguas romances no produce nunca la lengua latina.

Para Yves Cortez, el problema se encuentra en otro lado y no lo hemos aceptado: el latín no es la verdadera lengua madre de las lenguas romances, y llamar a este ascendiente lingüístico romance con el apelativo de “latín vulgar” es un error catastrófico, porque hace pensar que es un latín deformado. La conclusión suya es que era una lengua completamente diferente. No de otra manera puede explicarse que el vocabulario de base, la gramática y la sintaxis sean totalmente distintas.

La pregunta que surge inevitablemente ahora es: ¿de dónde provienen entonces las lenguas romances? Para Yves Cortez, la verdadera madre ha estado siempre a nuestro lado, pero la ignorábamos, incapaces de reconocer su papel fundamental. El peso de la tradición y el prestigio de la lengua latina (que fue seleccionada, curiosamente, por la Iglesia católica como lingua franca y luego por los hombres cultos de los siglos posteriores como la lengua de transmisión de los conocimientos) la mantuvo relegada e ignorada, y es en este punto donde radica la originalidad de la tesis del autor. La verdadera lengua matriz, que dio nacimiento a las lenguas romances, fue… el italiano, pero el italiano no proviene del latín como comúnmente se cree, si no que es, y esto forma parte también de su tesis, una lengua más antigua, desprendida en tiempos remotos del tronco itálico.
Esto significa que los romanos que conquistaron Europa hablaban ya una cierta forma de italiano (Cortez la llama “el italiano antiguo”, yo prefiero llamarla “el paleo-italiano” aunque es probable que fuera llamada por los romanos simplemente “el romano”), que fue la lengua que se transformó gradualmente en las lenguas romances que conocemos hoy.

...Como es de imaginar, esta novedosa tesis de Yves Cortez ha producido las más ásperas reacciones en el mundo lingüístico. En su contra juegan diversos factores, de los cuales el más importante es la carencia (por los momentos) de textos escritos en este “italiano antiguo”.

Esta hipótesis plantea problemas tremendos. Habría, por ejemplo, que redefinir una buena parte de las etimologías de nuestros diccionarios, pero si bien esta teoría genera más preguntas que las que responde, es, sin duda, un camino digno de explorar.


Extraído del sitio el castellano.org
Artículo El verdadero orígen de las lenguas romances
Johnny Torres
Bibliografia: Le français ne vient pas du latin, Yves Cortez,
Ediciones L'Harmattan, junio 2007, en proceso de traducción al español.

Más Quino

La visita

La noche estaba clara. Era el resplandor de la luna que iluminaba como un gran farol encendido. Poco a poco las escasas luces del pueblo se fueron apagando, y fue sólo el resplandor lunar el que dibujaba sombras en las paredes del cuarto. Era el leve movimiento de las hojas de los árboles que proyectaban fantasmagóricas figuras.
La casa era mi casa, y antes había sido la casa de mis padres y aún antes la de mi abuela también. Los techos eran altos, con altas ventanas de marcos de madera. Las celosías abiertas para que entrara alguna brisa en la noche calurosa de verano. Todo estaba en calma, sin movimiento, salvo el de los sapos que salen a cazar con su viscosa lengua.
Recostada en una cama antigua, con respaldo en plata labrada, y sin poder conciliar el sueño, me detuve a percibir esas figuras que se proyectaban en un movimiento incesante. Presté más atención y sentí el chasquido de alas de algún insecto. Una chicharra, tal vez, o un grillo o un alguacil moribundo en algún rincón. Todos esos sonidos nocturnos me eran familiares, los había sentido una y otra vez desde mi infancia.
Así pasaron algunos minutos, no sabría decir cuántos, y ya empezaban a pesar mis párpados cuando de repente algo me sobresaltó. En el ángulo que formaba la unión de las dos paredes y en el claro oscuro de las luces azuladas de la noche, alguien se balanceaba en la mecedora de madera.
El miedo me paralizó. Pensé que eso no me estaba ocurriendo, que seguramente me habría dormido y entonces no podía distinguir el sueño de la realidad. Apreté fuerte los ojos y los volví a abrir bien grandes, a la vez que me sacudí en la cama para obligarme a despertar. Un poco más tranquila dirigí de nuevo la mirada a ese cono de luz y sombra. Y la mecedora continuaba su balanceo con ritmo lento pero continuo. Sobre ella, una mujer joven me miraba con ojos claros y serenos sin detener su movimiento. Tampoco parecía que quisiera decirme algo o que esperara algo de mí. Tan sólo me observaba profundamente. Con mayor claridad fui uniendo los rasgos de su cara en penumbras, y dibujando sobre ese rostro tan familiar mi recuerdo infantil. Estaba allí, mi madre, tal como la veía de pequeña, tal como eran mis débiles y escasos recuerdos de ella. Muchas veces me pregunté cómo sería volver a verla luego de tantos años. Y sin embargo estaba allí, como si hubiera estado siempre sin irse. Un impulso de alegría me invadió todo el cuerpo, quería abrazarla y decirle cuánto la había extrañado. Pero mi cuerpo estaba inmóvil, como anestesiado. Lo intenté de nuevo, y nada. Lo intenté una y otra vez más, sin resultados. Sólo mis ojos, mirando sus ojos. Y hablándole con la mirada le dije cuánto la quería. Volví a pensar que era un sueño. Pero la veía real y nítida. Pude ir relajando el cuerpo de la tensión que todo aquello me había producido. En un estado de beatitud me quedé así, inmóvil, en su compañía, con la respiración casi imperceptible, sin ninguna inquietud, ni pensamientos, ni más palabras que las dichas. No se escuchaba nada, sólo la suave brisa continuaba su danza de hojas y sombras proyectadas en la pared. Así permanecí, y así me desperté con el sol ardiendo en mi cara. En el rincón la mecedora parecía una foto del pasado, detenida en el tiempo.

Dicen que nuestros ángeles guardianes nos hacen un par de visitas a lo largo de nuestra vida.
Con ilusión de niña sigo esperando el próximo reencuentro.

Así me lo contó mi abuela cuando yo era pequeña.

Celeste Mazzadi
Cuento dedicado a Candela para que no olvide sus ansias de escribir

domingo, 11 de enero de 2009

Las tristezas de la luna


Esta noche la luna sueña con más pereza,
Cual si fuera una bella hundida entre cojines
Que acaricia con mano discreta y ligerísima,
Antes de adormecerse, el contorno del seno.

Sobre el dorso de seda de deslizantes nubes,
Moribunda, se entrega a prolongados éxtasis,
Y pasea su mirada sobre visiones blancas,
Que ascienden al azul igual que floraciones.

Cuando sobre este globo, con languidez ociosa,
Ella deja rodar una furtiva lágrima,
Un piadoso poeta, enemigo del sueño,

De su mano en el hueco, coge la fría gota
como un fragmento de ópalo de irisados reflejos.
Y la guarda en su pecho, lejos del sol voraz.

Charles Baudelaire (Francia 1821/1867 )
De "Las flores del mal"
Versiones de Ignacio Caparrós
(Ed. Alhulia. Colección "Crisálida", nº 20. Granada, 2001)

sábado, 10 de enero de 2009

Cargar con el muerto


Según las leyes medievales, cuando en la jurisdicción de una localidad era hallado el cuerpo de alguna persona muerta en circunstancias extrañas, si no era posible determinar la identidad del homicida, el pueblo donde había sido encontrado el cuerpo estaba obligado a pagar una multa llamada homicidium u omecillo.
A causa de esto, y con el fin de eludir el pago de la multa, cuando se hallaba un muerto en las calles, los habitantes del pueblo en cuestión se apresuraban y, de común acuerdo, levantaban el cuerpo y lo trasladaban a alguna localidad vecina, de manera que la responsabilidad del crimen recayera sobre ésta y, en consecuencia, fuera ella la que debiera hacerse responsable de pagar la multa correspondiente.
Con el tiempo, el dicho comenzó a aplicarse -en sentido figurado- como equivalente de la pretensión de descargar sobre otro la culpa por algún delito o falta cometida.

En la actualidad, el dicho cargar con el muerto conserva el mismo valor, aunque suele aplicárselo, preferentemente, para referir a la responsabilidad que le cabe a alguien en el pago de alguna deuda, sobre todo cuando se trata de cuentas impagas o difíciles de saldar, como cuando solemos decir -luego de una reunión de numerosos comensales-: "Y ahora... ¿quién levanta este muerto?

Feliz 2009 para todos

viernes, 9 de enero de 2009

Pedacito de cielo


"Los años han pasado
terribles, malvados,
dejando esa esperanza
que no ha de llegar
y recuerdo tu gesto travieso
después de aquel beso
robado al azar..."


Homero Expósito
Vals Pedacito de cielo / 1942


Para leer los versos completos y escuchar la musicalización de Enrique Francini y Hector Stamponi, entra aquí

Pensamientos de Einstein

¡Triste época la nuestra! Es mas fácil desintegrar un átomo que un prejuicio".

Albert Einstein

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