jueves, 25 de noviembre de 2010

El desgarramiento de los límites

¿Qué es esta experiencia sino un continuo proceso de muerte y nacimiento?. En el más primitivo espacio de nuestro ser, en el mismísimo núcleo de la materia, se esconde, como una sinfonía eterna, aquello que da muerte a lo vivo y aquello de da vida a lo muerto, la noche y el día, la fresca luz del amanecer y el misterio del ocaso. Hay “algo” en nosotros, algo definido y estructurado, que se resiste a morir, que se resiste al cambio y a la transformación. Su discurso nos encierra en un mundo rutinario y monótono cuyos muros se alzan hacia la inmensidad del cielo, acotándolo, con ladrillos compuestos por puro pánico a ir más allá de sus definiciones, a salirse de lo “seguro” para entrar en lo desconocido, a que las inmensas fuerzas del universo puedan atravesarnos, porque eso conllevaría, que esa estructura, rígida, monótona y predecible, muera para siempre.

Pero en la base de esta rueda Kósmica que gira y gira, la fuerza de la Vida y de la Muerte, tan poderosas, son las que conducen y dan sentido, de manera indiscutible, a nuestra existencia.

Tras el doloroso rayo de las crisis se esconden fuerzas destructivas y creativas que sirven de aliadas de la evolución. En definitiva, aunque desde la perspectiva del pequeño ego parezca abrumador, somos el resultado, la danza y el juego de fuerzas inmensas: somos fuerzas nucleares, electromagnéticas, gravitatorias, somos el inconsciente colectivo de la humanidad, la omnipresente fuerza de la evolución, la vida, el amor, la muerte y un sin fin de energías, que van más allá del control del tembloroso ego. En yoga, hablamos de alineación. El proceso de alineación ocurre cuando hay una plena consciencia de la dinámica de estas energías transpersonales, entonces el ego asume su verdadero papel y desde una prístina autenticidad surge:

Es mi voluntad hacer tu voluntad.

Después de las tormentas, cuando todo se ha quedado devastado, cuando las antiguas creencias se han convertido en angustiosos y raquíticos báculos que quebrándose, dejan de sostener debilidades, cuando ya no hay nada donde apoyarse, puede emerger, puede nacer algo nuevo. Y nacerá, con la fuerza que explotan las semillas en cada primavera, un nuevo estado, algo nunca visto, una nueva faceta del ser.

Por Gustavo G. Diex

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