Si estás pintando o escribiendo o llevando a cabo cualquier acción, estás totalmente absorto en ella. Estás solamente pintando, solamente escribiendo. Ningún pensamiento se interpone entre tú y la acción. Solo hay la acción sin pensar. Esta es la libertad.
Si piensas, tu mente se aleja de tu acción y el fluir de tu pintura o tu escritura se bloquea, tu ceremonia del té es rígida o torpe. Si no piensas, te unificas con tu acción, eres el té que estás bebiendo. Eres el pincel con el que estás pintando. El no-pensamiento es anterior al pensamiento. Eres el universo entero; el universo no es otro que tú.
Esta es la mente Zen, mente absoluta. Estás mas allá del espacio y del tiempo, mas allá de las dualidades del yo y el otro, lo bueno y lo malo, la vida y la muerte. La verdad es así simplemente. Así que, cuando una persona Zen está pintando, el universo entero está en la punta de su pincel.
Cuando realizo una toma fotográfica, intento que, como la mayoría de los actos que como ser humano puedo realizar, sea con plena consciencia del momento presente. Cada instante se convierte así en "aquí y ahora" y cada respiración se transforma así en un momento mágico.
En realidad, ese preciso lapso de tiempo, es el único destello de vida que verdaderamente poseemos. La mente es como la misma naturaleza, siendo su propia esencia libre y pura.
Escuchemos el agua de los ríos que fluye entre los guijarros, hierbas, árboles y montañas, prestando atención a las enseñanzas que nos están transmitiendo con su voz.
La luna es la luna, un charco es un charco; pero una fotografía, como todos nuestros pensamientos, tan solo son el reflejo de la luna en ese charco.
Todos los textos son del propio artista y están extraídos de Album de Instantes.
Creo que entendí el cmentario. Antes me hubiese resultado imposible.
ResponderEliminarMe es de gran ayuda ahora.
Gracias
Funes
Son hermosas las fotos, y las palabras completan la sensación de paz que se siente al mirarlas.
ResponderEliminarBesos.
Mi gratitud por vuestra sonrisa. Un fuerte abrazo, de corazon a corazon. JUAN CARLOS DEL RIO
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