Conoces de memoria mi anatomía,
por dónde recorrer mis heridas,
mis flaquezas y desesperanzas.
Lo supiste antes que yo misma.
Y yo conozco algunos caminos de tu mapa
labrados en horas de vos.
Como si pudiera recorrerlos con
el simple tacto de mis dedos.
A ti te debo el haber vuelto a vibrar,
haber llegado a lugares tan escondidos y
olvidados que ya no reconocía míos.
Te debo, además, el espejo donde
mirarme hacia dentro.
Y desde mi ser,
todo te fue destinado,
los gozos y las sombras.
Lo uno entrelazado con lo otro.
Lo sublime y el desencanto
en su juego eterno de luz y noche.
Me he preguntado cuál es el artificio
que nos cruza
en nuestro condicional existir.
Dime el por qué de los campos desolados
si hasta el desierto puede tener su flor.
Y aún las tristezas más hondas
compartidas en tiempos de desvelo
aún así, amor,
lo mágico,
lo inesperadamente bello,
han sido nuestras ráfagas de felicidad,
nuestro hálito silencioso de vida
y el reconocimiento íntimo de
que nos encontramos en un lugar
más allá del tiempo.
Reina mora