Eres entonces como un endrino.
Porque elevas tus frutos con su color azulado oscuro
pero, cuando voy hacia ellos,
cuando viajan mis manos para tomarlos
como un ladrón furtivo de besos sobre labios sorprendidos,
son entonces tus manos como espinos silvestres
que no me dejan seguir el viaje a mi destino.
Y me quedo allí detenido, quieto, atónito. Y deseando.
Sin poder alcanzar los frutos azulados.
Sin poder ser un segundo sobre tus labios
un ladrón furtivo de besos reencontrados
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